La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, es un nutriente vital para nuestro bienestar. Más allá de su fama en la prevención de resfriados, desempeña un papel esencial en múltiples funciones corporales que merecen nuestra atención.

¿Por qué es tan importante?

La vitamina C es fundamental para la formación y reparación de tejidos en todo el cuerpo, especialmente en la producción de colágeno, esa proteína crucial para piel, tendones, ligamentos y vasos sanguíneos. Actuando como antioxidante, protege nuestras células contra los dañinos radicales libres, generados durante el metabolismo y la exposición ambiental.

¿Cuáles son sus impactos notables?

Investigaciones respaldan su influencia positiva en la salud cardiovascular al preservar la integridad de los vasos sanguíneos y reducir riesgos cardíacos. Además, fortalece nuestro sistema inmunológico, amplificando nuestras defensas y regulando la respuesta inflamatoria.

Beneficios adicionales y esenciales:

La vitamina C no se detiene ahí. Mejora la absorción de hierro, reduce riesgos de enfermedades crónicas, favorece una piel saludable y respalda la salud visual. No olvidemos su papel clave en la cicatrización y formación de tejido cicatricial.